Todo lo que puedes hacer parece poco cuando tus prioridades no están definidas. Corretear de un sitio a otro, reaccionar a las peticiones de otras personas y el ruido del día a día a veces no deja espacio para reflexionar sobre lo que es prioritario. En algún momento a todos nos ha pasado. No tener claros los límites, querer agradar al otro, la falta de organización y convertir los quehaceres del día a día ya en una crisis.
Sinceramente, sin una clara definición de quién soy, de qué quiero, y qué es lo que puedo hacer , no es fácil escapar del modo reactivo.